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miércoles, 15 de octubre de 2014

La magia del encuentro.


Cuando uno despierta al impulso de la búsqueda en el camino de vida, automáticamente comienza la misma en los libros, en las experiencias de los otros y que se presentan como maestros o en lugares místicos y que se muestran como milagrosos para el despertar del espíritu. Pero comúnmente  se comienza por lo de afuera y nos olvidamos que la sabiduría verdadera y genuina comienza dentro de nosotros mismos. El encontrar maestros y guías son sólo reflejos de nuestro interior y son un medio y no un fín de la búsqueda porque la magia del encuentro existe cuando reencontramos nuestra esencia o recordamos quienes verdaderamente somos. En ése momento es cuando se produce la primera "chispa" del despertar hacia el espíritu o sea el volver a casa o al vacío de donde venimos y lo somos todo. La búsqueda debe ser comenzada primeramente por dentro o sea que debemos producir el encuentro con el Yo verdadero y para ello debemos estar "desnudos" o sea sin nudos o lo que es lo mismo libres de conceptos creados por otros, porque al final la única verdad es la que cada uno crea para si mismo. Pero para ello se necesita una buena dosis de valentía, voluntad y disciplina, y el porque de ello es que la realidad conceptual o la realidad cotidiana, obliga directamente o no a seguir y cumplir con las reglas impuestas por otros y que nosotros aceptamos o compramos porque "el resto" hace lo mismo y no somos capaces de contradecirlas o cambiarlas, y para ser sincero creo que no deben ser cambiadas si no que al contrario deben ser aprendidas en detalle y respetadas para después poder cambiarlas internamente.
El camino del "despertar" como se dice en éstos días y que mas bien yo lo llamaría el camino del recordar, es el camino de un verdadero guerrero y un guerrero debe hacer uso de sus armas principales. La valentía es una de ellas y es la que necesita para tomar decisiones, tanto internas como externas,especialmente en momentos en que se requiere concentración para tomar el rumbo que necesita para alcanzar su objetivo, pero la valentía está ligada también con el miedo y que aunque éste alguna vez llega a paralizarlo, el guerrero sabe que es también un aliado y al que debe usar para fortalecerse.
Su otra arma y también crucial para el guerrero es la voluntad ya que sin ésta su campaña no podría llevarse a cabo y por más valentía que tuviese, sin voluntad sería todo en vano. La voluntad es el motor de arranque de toda acción y combinada con la valentía se transforma en una herramienta fundamental para "la batalla" del día a día. El guerrero sabe que cada pensamiento es importante y puede cambiar el rumbo de su realidad y tanto como puede llevarlo a la victoria, también pueden llevarlo a la derrota y por ello debe hacer uso de su última arma y que es la disciplina.
Cuando él sabe que tiene la voluntad y la valentía suficiente para su campaña, también sabe que se siente poderoso ante los retos cotidianos de la vida, pero si actúa sin tener una estrategia y sin calma suficiente, ése poder puede volverse en su contra y desviarlo de su rumbo. Por ello debe combinar todo con la disciplina ya que un guerrero sin ella es como un caballo salvaje sin riendas.
En cada encuentro con los desafíos diarios el guerrero tiene también un tiempo para el descanso y la recapitulación de sus actos y donde evalúa la estrategia usada y corrige o cambia su técnica según los resultados. Él sabe que siempre es necesario una pausa diaria para recuperar fuerzas y ordenar sus armas y éso es disciplina.
Pero hay otro elemento importante en su realidad cotidiana y es que en cada victoria el guerrero no debe embriagarse del dulce de la misma si no que después de haberla disfrutado en su momento, luego se despega de ella para no quedarse atrapado en una ilusión que dura un momento, ya que el próximo desafío ya está delante suyo y por ello no debe perder su concentración. Tanto las victorias como las derrotas son trampolines para que su espíritu se nutra y se re-descubra a sí mismo. El guerrero llega a un punto de sabiduría que los resultados de sus batallas no son el objetivo si no que su mirada está mas allá de lo ordinario, su atención está centrada en recordar quien verdaderamente es y que un día respondió a las preguntas de sus compañeros de camino: dónde estamos?...aquí y ahora. Quien eres?...el que soy ahora mismo. Qué hora es?...ahora mismo. A dónde vamos?...a algún lado. Porque el guerrero no vive en el mundo conceptual si no que sabe que todo es como es y que todo ocurre ahora y no antes ni después.
Cuando al final del día el guerrero se sienta a meditar en la cima de la montaña mirando a la eternidad y a la caída del sol, solo tiene un simple pensamiento y ése es. Yo soy ahora y estoy aquí re-descubriéndome y recordándome.