martes, 19 de noviembre de 2013
José habla con Dios- Parte X
Después del intento de quitarse la vida y la conversación con Dios, José había pensado mucho en lo hablado y en que tenía que cambiar su realidad interna para cambiar lo de fuera. José pensaba que en teoría sonaba bien pero que en la práctica era otra cosa y no tan fácil de hacer. Pero él había aprendido algo de sus conversaciones con Dios, y era que según lo que pensaba era lo que él mismo creaba en su realidad y por lo tanto no sabía muy bien cómo hacer para cambiar lo de adentro, así que una tarde se sentó en su celda y tomó el cuaderno y preguntó.
Dios si me estás escuchando, puedes ayudarme a cambiar mi interior, después de mi última experiencia de verdad que no tengo fuerzas.
Antes que me lo preguntaras ya te había contestado, por lo tanto la ayuda ya está en camino.
Cuando José quizo empezar a escribir para preguntarle cuando llegaría la ayuda y en ése preciso momento sintió que alguien golpeaba la puerta de su celda, José se levantó y esperó a que la guardia abriera la puerta de metal, entonces vio la cara de una mujer sonriendo y con la típica cinta plástica blanca en el cuello de la camisa que representa a un ministro de la iglesia. José quedó sorprendido en la coincidencia de que justo ella apareció cuando él estaba pidiéndole a Dios ayuda y Él le había dicho que ésta ya estaba en camino, fue otra prueba de que su conversación era real.
-Hola José me llamo Barbara y soy ministra de la iglesia aquí en la prisión y me enteré de tu situación y pedí hablar contigo, te importa? preguntó con una sonrisa casi angelical.
-Por favor sientese, dijo José todavía asombrado por la coincidencia.
Estuvieron hablando durante casi dos horas y durante ése tiempo José le contó toda su situación. Después de ése día él comenzó a acudir a la iglesia de la prisión cada Jueves, éso le hacía sentirse bien, ya que no era sólo el hecho de ir a la capilla y rezar si no también el compartir con otros internos las inquietudes y romper por un rato la rutina diaria de estar en la celda. También solían invitar con té y dulces y algunas veces cantar, era como un lapso de tiempo fuera del tiempo.
Fueron muchos los encuentros con Barbara y los otros ministros. Hacía mucho tiempo que José había dejado de ir a la iglesia ya que él tenía otro tipo de visión con respecto de Dios, José pensaba que no era necesario acudir a la iglesia para estar cerca de Dios y tampoco que hacía falta de rituales ni reglas especiales. Él lo había hablado con Barbara y había encontrado comprensión por su parte, lo que hizo que José se sintiera más confiado y relajado.
Un día Barbara vino a su celda para conversar y le ofreció a José dar una charla en la capilla para los demás internos. La primera reacción de José fue de total rechazo, él pensaba que sería muy arriesgado hablarle a otros internos, además porque ellos lo escucharían? pensaba internamente, y por ello le preguntó a Barbara porqué se lo pedía, a lo que ella le contestó.
-José, tu tienes cosas hermosas para compartir y creo que te haría bien a ti y a ellos compartirlas.
-Lo pensaré. Contestó él y le prometió decirle pronto si lo haría o no.
No fue muy difícil para José decidirse cuando al próximo día leyó lo que había escrito en su cuaderno de notas con su conversación con Dios. La ayuda que él había pedido había llegado antes de lo que él había imaginado, por lo que sintió que debía darse a sí mismo una oportunidad para saber si podría cambiar su realidad interna.
Llegó el gran día, y José estaba en frente de una veintena de internos mirándolo y esperando escuchar lo que tenía que decir. Su corazón palpitaba más rápidamente de lo normal y un tímido sudor le recorría su rostro. Barbara al notar éso se acercó y le dijo: -Ánimo tu puedes hacerlo. Entonces José inspiró cerrando los ojos por un segundo y comenzó.
-Bueno estoy aquí para compartir lo que yo siento, no vengo a enseñar nada sólo a compartir.
El silencio era profundo y José sentía que las miradas eran como cuchillos que le atravesaban su pecho, pero al mismo tiempo sintió como una paz extraña lo invadía y prosiguió.
-Todos nos sentimos frustrados, tristes, enfadados e impotentes de estar encerrados en una celda. Algunos de los que estamos aquí en ésta prisión quizás seamos inocentes y otros no, pero éso no es lo importante. Lo importante es quién queremos ser de ahora en adelante y ésa decisión no la puede tomar ni un fiscal ni un guardia de prisión ni nadie, solo nosotros. Tampoco ellos pueden saber ni decidir quienes realmente somos, nos juzgan en unos pocos días sin conocernos y en algunos casos ni si quiera tienen pruebas irrefutables de que somos culpables, pero nos condenan "por si acaso" para demostrar a la sociedad que la "justicia" funciona. Pero por mas que protestemos ésa es la realidad y por la fuerza somos encerrados y condenados de por vida, aunque la condena sea de dos, cuatro, diez años o perpetua, es una marca que la tienes de por vida. Pero qué hacer con ésta carga? debemos resentirnos y estar enfadados de por vida? después de salir en libertad y por enfado cometer algún delito y volver a estar entre rejas?. Vivir amargado y por lo tanto enfermo?. O quizás aceptar la realidad como es e intentar cambiarla desde adentro?
Cuando José dijo ésto último se le vino lo que Dios le había dicho sobre cambiar por dentro para cambiar lo de afuera, y sonrió, luego prosiguió.
-Todos tenemos dentro el poder más grande que se pueda imaginar y sin excepción, saben cual es?
El poder de la elección. Tú y solo tú puedes elegir crear tu realidad, nadie más y no importa que te encierren de por vida donde sea, pero nunca podrán cambiar la realidad que tú creastes dentro tuyo y la que tú mismo elejistes. Si tu elección fue ser un criminal, éso serás, pero solo hasta que cambies tu elección y decidas ser otra cosa, hasta tanto se debe aceptar la responsabilidad de haber elegido tu propia realidad.
En ése momento levantó la mano un interno y preguntó: - Pero y el que es inocente y no eligió ser un delincuente y de todas formas está en prisión, eso es injusto.
-Personalmente creo que nada es justo o injusto, las cosas son tal cual son y por ello mi pregunta para ti es: tienes el poder de cambiar ésta situación y salir libre hoy o mañana?, seguro que no, porque aunque grites a los cuatro vientos que eres inocente, el sistema ya te condenó. Entonces lo que queda hacer en el ahora es aceptar la situación en vez de resistirse a ella, ya que a lo que uno se resiste solo persiste. Luego el siguiente paso es cambiar mi percepción interna de toda la situación y pensar que por algo ha sucedido todo ésto, aunque no lo comprendamos. Personalmente creo en un equilibrio divino y quizás yo cometí alguna falta en ésta u otra vida que no recuerdo pero que quedó sin limpiar, y ahora por mi propio bien elegí conciente o no equilibrar la balanza.
-Pero yo no creo en ésa estupidez de otras vidas o karma. Dijo uno de los internos un poco molesto.
-Éso también es una elección, contestó José con absoluta tranquilidad.
-Crees que te puedes sentir mejor pensando que no hay una posible expliacción a tu situación y que es injusto que estés en prisión y vivir el resto de tu vida con ésta carga y amargarte la vida? o quizás darle una oportunidad a la idea de que estás limpiando algo que traías en tu "equipaje" y por lo tanto te liberará de futuras "injusticias". Eres libre de creer lo que tú quieras y mi intención aquí no es de convercer a nadie, como dije antes solo deseo compartir lo que a mí me ayuda en ésta situación, luego cada uno crea su propia realidad.
-Para terminar quiero solo decir que todos tenemos bondad y luz interna, por más escondida que esté, solo hay que darse la oportunidad de manifestarla, y en ésta ocación que hoy he tenido he podido hacerlo por mí mismo y es mi deseo que a alguien le sirva, y quiero agradecerles de corazón el haberme escuchado y por lo tanto haberme ayudado a continuar creando mi propia realidad.
Un interno con tatuajes en los brazos y con expresión de dolores antiguos en su rostro se levanto y se dirigió hacia José con seriedad y lo miró fijamente a los ojos. José sintió un poco de temor creyendo lo peor, pero el interno lo abrazó con fuerza y le dijo que lo que habló fue lo más hermoso que nunca había escuchado jamás, entonces a José se le llenaron los ojos de lágrimas y se dirigió a Barbara y a los otros minstros dandole las gracias por tan hermosa oportunidad.
Cuando José volvió a su celda, tomó el cuaderno y escribió: - Dios gracias por tu asistencia.
-Siempre a tu eterno servicio querido José, te amo.
-Y yo a tí.
José por fín había encontrado el camino de vuelta a casa.
Final Parte X.
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Hermano, tan simple. El poder de eleccion. Gracias por compartir, abrazos
ResponderEliminarLa simplicidad esconde la sabiduría y el poder de la elección hace posible la magia del poder crear, gracias Jaakko por tu comentario, un abrazo.
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