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lunes, 22 de octubre de 2012


                                        EL HÁBITO NO HACE AL MONJE



  

Cuando la mujer entró en la habitación donde yo la esperaba por una petición suya de consulta y ayuda sobre su camino a seguir y por unas dolencias físicas que padecía, se quedó mirandome fijamente y con un poco de asombro, e inmediatamente me preguntó: es usted el chamán?, a lo que le contesté afirmativamente. Ella un poco confundida se sentó y me dijo: " para ser honesta no me imaginaba a usted que fuese...mmm...quiero decir que yo creía que...." . Al verla desorientada le ayudé con su idea a lo que le dije que si ella esperaba encontrarse con una persona de pelo largo, de piel morena, quizás con plumas o atuendos extraños y a lo que ella se rió y confesó que si es éso lo que se esperaba.
Yo le expliqué que mi padre era decendiente de indios y mi madre decendiente de alemanes y quizás por éso que mi apariencia no era indígena cien por cien.
Cuando llegó el tiempo de terminar la consulta, ella se quedó como esperando algo así como  un ritual donde yo comenzara a tocar mi tambor, bailar y cantar alguna canción de medicina.
Muchos hablan sobre el chamanismo intentando definirlo con conceptos o matices que no tienen mucho que ver con lo que realmente es. El chamanismo no se puede definir, no se puede encuadrar o intelectualizar, simplemente porque es indefinible, porque es una forma de ser, es una forma de expansión de la conciencia a un punto que no se puede encasillar en un area definida, cultura ni religión. El chamán está más allá de la realidad ordinaria, de los conceptos y de la dualidad. Un chamán bien puede estar vestido con túnicas o sin ellas, vestido de mecánico o de traje y corbata. El chamán toma cualquier forma y la usa para curar o guiar, no se ata a las formas y se adapta como el agua a cualquier recipiente, generalemente pasa desapercibido, pero cuando lo considera necesario se transforma en el centro de atención, y luego desaparece.
Es verdad que está en fusión con la naturaleza y que puede "viajar" a otras realidades y solo con el sonido del tambor o con ciertos cantos sagrados, pero por ello no dejan de ser personas normales y con su vida de trabajo y familia. Lloran, rien y se enfadan como cualquier humano, sólo que trascenden los acontecimientos por intermedio de la autoobservación y usandolos para incrementar su poder personal.
Ni siquiera el nombre de chamán lo atrapa, ya que si así fuera él sabría que estaría prisionero de sólo un concepto y de su ego. El que se inicia en la senda chamánica debe estar libre de espectativas y que aunque sea difícil no tenerlas, es la forma de comenzar con buen pié y siempre y cuando el chamán lo acepte como acompañante del camino.
Si se golpea la puerta para entrar en la senda del chamán, también se debe estar abierto a lo inesperado, pero siempre sabiendo que el chamán lo guiará con respeto y amor hacia el objetivo marcado. La responsabilidad, la diciplina y el compromiso son las herramientas para caminar la senda.