Después de una larga agonía y que milagrosamente volviera a la vida, Rony había salido del hospital, físicamente y psíquicamente débil, él sabía que de ahora en adelante se le presentaba un gran desafío y que no podría bajar la guardia ni un momento ya que su enemigo estaba en pie de guerra y al acecho, y se llamaba abstinencia.
Las drogas había hecho mella en su vida, se veía avejentado y cansado, sus ojos reflejaban una profunda tristeza y no tenían brillo de vida. Estaba en tratamiento psicológico y debería tomar medicinas para aliviar los síntomas de abstinencia que el espíritu de las drogas le demandaban, había momentos que Rony deseaba haber muerto porque los efectos de las substancias que lo habían dominado le reclamaban volver a ingerirlas, ésos espíritus no cedían tan fácilmente y los ataques eran una clara tortura. Temblores, sudores, dolor y pesadillas eran algo normal en la realidad de cada día; el pensamiento del suicidio era algo "normal " en sus pensamientos, pero éso no se lo decía a la psicóloga, era su "plan de escape" que tenía como último recurso cuando sintiese que ya no podía más.
Rony no podía sacarse de la cabeza la imagen del pequeño ángel blanco que colgaba del cuello de la enfermera que lo atendió en el hospital y menos aún de sus profundos ojos celestes, había hablado mucho con ella y habían creado entre ellos una extraña conexión de amistad, pero Rony no sabía ni si quiera su nombre, estuvo tan mal cuando estuvo internado que ni había leído su nombre en la pequeña placa de identificación que ella llevaba en su uniforme. Se preguntaba si Don Ángel estaría aún vivo, ya que ahora más que nunca lo necesitaba para recibir su guía.
Una mañana que Rony acababa de salir de la consulta con la psicóloga, se dirigió hacia la parada del autobús para volver a su apartamento, él había perdido su trabajo de importaciones y exportaciones y por lo tanto también la mayoría de sus bienes, sólo se había quedado con un poco de dinero en el banco y el lugar donde ahora vivía. La mayoría de sus "amigos" habían desaparecido como por arte de magia. Cuando estaba esperando el autobús sentado en un banco y mirando hacia el frente, donde había otra parada de autobús, pudo ver con dificultad la figura de un anciano vestido de blanco y con un sombrero. Su corazón se aceleró y sus ojos se llenaron de lágrimas intuyendo que aquél anciano era el mismísimo Don Ángel, al mismo tiempo llegaba el autobús para recoger los pasajeros que acompañaban a ése hombre, entonces Rony saltó del banco y corrió para cruzar la calle y encontrar a ése anciano y del cual no estaba muy seguro que fuese el viejo sabio. Le costó cruzar por la cantidad de tráfico, pero cuando pudo llegar al otro lado de la calle, el autobús acababa de salir con el pasaje y sólo pudo ver al anciano de atrás sentado al lado de una ventanilla, Rony corrió gritando al lado del vehículo como intentando detenerlo pero el autobús aceleró y se alejó. El primer impulso del aprendiz y sabiendo que ése autobúa se dirgía la hacienda Del Pilar donde vivía Don Ángel, fue esperar al próximo e ir en busca del anciano indio.
Después de un par de horas, Rony llegó al cruce del camino de tierra que lo llevaba hasta la estancia y de ahí a donde vivía el viejo. Mientras caminaba bajo un sol abrazador y acompañado por el grito de un halcón peregrino que buscaba su comida, Rony pensaba si en realidad era Don Ángel el que había visto o si el anciano aún estaba con vida, recordaba la experienciai similar de hace un poco más de cinco años cuando hizo el mismo camino para encontrarlo por primera vez, habían pasado muchas cosas desde entonces y él se preguntaba si Don Ángel en caso de encontrarlo lo recibiría otra vez.
Cuando llegó a la precaria vivienda, estaba todo igual que antes, pero parecía no haber nadie, todo estaba en silencio y parecía que desde hacía mucho tiempo no vivía nadie en el lugar, aunque todo estaba acomodado y limpio. Rony entró en la choza de adobe y se sentó en el catre donde dormía el anciano como esperando que llegase, as horas pasaron hasta que oscureció, luego se tendió en la cama, entonces un extraño cansancio se apoderó del aprendiz y se durmió.
Había amanecido y un gallo con voz de tenor y parado encima del catre despertó a Rony con un sobresalto ante semejante "despertador", cuando se incorporó con el corazón en la boca y maldiciendo al molesto animal, su sentido del olfato le pareció percibir un delicioso aroma de huevos revueltos y tortitas de maíz, creyó estar soñando o algo así, pero al salir vió que había en verdad en una sartén con tan delicioso desayuno como invitandolo a comer. Rony se acercó al fuego mirando al rededor sin ver al supuesto cocinero, pero al no ver a nadie decidió gritar, holaaa!?. De repente desde los maizales se escuchó una carcajada, como si de un angelito travieso se tratase, y antes de poder ver su figura se escuchó: has venido atraído por el olorsito no!!?? y de repente apareció la cara de Don Ángel con su sonrisa angelical y sus ojos azules iluminando el corazón del aprendiz.
Don Ángel!! exclamó Rony, avalnzandose para abrazarlo, el anciano lo recibió en su pecho con tal ternura y amor que las lágrimas brotaron de los ojos de Rony como si su padre estuviese allí.
Continuará...
Cómo me conmueve este cuento. Encuentro en él personajes de mi niñez, a un aprendiz al que aprendí a querer y a un Don Ángel que admiro por su sabiduría. Felicitaciones!!! Me gustaría que nunca se termine.
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